domingo, 19 de junio de 2011

Muerte del Martir Vicente Hondarza Gomez

Recordando a Vicente Hondarza Gómez

El 14 de Junio nos volvimos a encontrar en el templo de Chancay por vigésimo octava vez compañeros y amigos de Vicente para recordar su martirio y renovar nuestro compromiso cristiano y, algunos, sacerdotal, de continuar como él, el camino de Jesús.

Vicente Hondarza nació el 15 de Octubre de 1935 en Fernáncaballero, Ciudad Real. Su padre, Heraclio, un humilde campesino, ejercía además el oficio de cartero rural. Su madre, Santiaga, falleció tres horas después del nacimiento de Vicente. Quedó, pues, huérfano de madre tres horas después de nacer junto con tres hermanos más: María Gracia, Felisa y Emiliano, de 7, 6 y 5 años respectivamente.

María Gracia es actualmente religiosa de la Congregación Misioneras Hijas del Calvario, y Emiliano es sacerdote del IEME. Cuentan en la familia con varias primas religiosas.

En 1962 Vicente ingresó en el Seminario Nacional de Misiones en Burgos para cursar la teología y el 21 de Julio de 1967 es ordenado sacerdote. A finales de este mismo año viaja a Colombia, donde trabajó con el grupo de sacerdotes del IEME hasta Febrero de 1973.

El 18 de Octubre de 1974, llega a Perú, para trabajar en la Diócesis de Huacho y es nombrado Párroco de Chancay.

Vicente consagró su vida sacerdotal misionera al servicio de los jóvenes, los campesinos y los marginados de la ciudad. Su quehacer misionero se centró en el servicio a la ciudad y pueblos del valle de Chancay y los numerosos pueblos de la sierra cercana atravesando Huaral. Allá subía con mucha frecuencia y quería establecer, viviendo allí, un Centro de Capacitación y Formación para toda la región. Ya había elegido Acos como lugar idóneo.

Como otra veces, el día 13 de junio de 1983 subió camino de Lampián para celebrar una festividad y tener reuniones con los campesinos. Esa fue su última subida.

Vicente fue torturado y asesinado entrada la noche, a las afueras del pueblo, sin derecho a defenderse y unas horas después de haber celebrado la Cena del Señor, en una fiesta patronal: San Antonio de Padua, en Lampián.

Después de la celebración de la Eucaristía, se retiró a orar y descansar lejos del bullicio y ruidos de la fiesta, en una humilde habitación, sin ninguna seguridad, con un catre y poco más, al estilo de las viviendas de la serranía, sin la menor sospecha que allí le estaban esperando sus torturadores y asesinos.

Al anochecer del día 14 sería trasladado a la morgue de Chancay, donde se presume fue "rematado" ocasionándole una abertura en la cabeza de unos 15 centímetros aproximadamente.
Vicente no solo ofreció, como sacerdote, el Cuerpo y la Sangre del Señor, sino horas después ofrecía por su pueblo, su propio cuerpo y su propia sangre.

Vicente sigue viviendo en el pueblo de Chancay, al que sirvió como Párroco los casi nueve años que estuvo en Perú. Un signo de esa presencia, son las flores frescas que permanentemente acompañan sus restos mortales en el cementerio de esa ciudad.

Actualmente dos instituciones llevan su nombre "El Centro Pastoral" de Peralvillo y un Centro Educativo Particular en la propia ciudad de Chancay
Resumiendo:

Vicente hizo de la fe, esperanza y caridad el eje de su vida cristiana, de su espiritualidad y de su vida apostólica.
Buscó una renovación para que el Mensaje de Jesús fuese respuesta eficaz, Buena Nueva, para los hombres y mujeres de su tiempo.
Tuvo conflictos, y fue acusado de querer cambiar la religión y las costumbres del pueblo.
Fue torturado y asesinado por su fidelidad a Jesús. Vicente, se convirtió así, en el primer sacerdote mártir de la Iglesia pos-conciliar peruana.
La muerte de Vicente, marcó profundamente la fe en el pueblo de Chancay, particularmente en los más pobres, en las comunidades campesinas del valle y de la sierra de la Parroquia, y en quienes fuimos sus compañeros y amigos.
La vida, pasión y muerte de Vicente, marca un camino de esperanza para todos los hombres y mujeres de buena voluntad que anhelan un Perú nuevo.
Que su sangre derramada y la de tantos mártires Latino-americanos: obispos como Enrique Angelelli, (1976), Gerardo Valencia (1972),sacerdotes, entre los que podemos recordar a Juan Bosco, Rutilio Grande, Espinal, Alsina, Ellacuria, Segundo Montes, y compañeros jesuitas. Catequistas, maestros, campesinos, y una legión de hombres y mujeres que dieron su vida por la defensa de la justicia, por fidelidad al Evangelio y a los documentos del Vaticano II, Medellín, Puebla, Santo Domingo y Evangelización, entre otros, y que marcaron la vida de la Iglesia universal y latino-americana, las cuatro últimas décadas del siglo XX, sea semilla de una Iglesia profética, siempre pobre y comprometida con los pobres y preocupada por la construcción del Reino de Dios.
Vicente, sacerdote y primer mártir de la Iglesia pos-conciliar peruana, ruega para que la Iglesia, sea siempre fiel a su misión de anunciar la Buena Nueva a los pobres y la libración a los oprimidos por quienes viviste y, después de ser torturado, derramaste tu sangre y entregaste tu vida.

1 comentario:

  1. Soy Pepe Alamo, compañero de Vicente, durante dos años, en el Seminario de Ciudad Real. Al ser unos años mayor, su bondad y disponibilidad provocaba en nosotros una admiración especial. Sangre de mártires, semilla de cristianos. Tu influencia ante la Trinidad será mucho más efectiva desde el cielo.

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